Cuando se habla de nódulo tiroideo se hace referencia a un crecimiento anormal de células de la tiroides que forman un bulto en la glándula. Puede tratarse de un nódulo benigno o de un tumor canceroso, una acumulación de fluidos o de células tiroideas. Es más común en mujeres que en hombres, y la probabilidad de que aparezca incrementa con la edad.
Hay pocos nódulos tiroideos cancerosos, pero algunos factores de riesgo (como haber estado expuesto a radiación o antecedentes familiares de cáncer de tiroides) pueden aumentar las probabilidades de que una persona sufra la forma cancerosa de esta condición.
En la mayor parte de los casos se ignora cuál es el origen de los nódulos, aunque la falta de yodo en la dieta puede ser causa de su aparición. También se ha observado que la inflamación crónica de la tiroides por enfermedad de Hashimoto puede provocar la aparición de nódulos. En general, las condiciones que con mayor frecuencia se observan en pacientes con nódulos son, además de la falta de yodo y la enfermedad de Hashimoto; el desarrollo anormal de tejido normal de la glándula tiroides (también se conoce como "adenoma tiroideo"), que no es canceroso y no se considera una enfermedad grave a menos que cause molestias al paciente o se trate de un nódulo de gran tamaño; quiste tiroideo (una cavidad que contiene fluidos o partes sólidas, muchas veces restos de un adenoma), que suele ser benigno; bocio multinodular (en lugar de un único nódulo hay varios) y cáncer de tiroides.
Sin síntomas
En la mayoría de los casos, los nódulos no causan síntoma alguno. Sólo si uno es muy grande, puede ejercer presión sobre alguna parte del cuello. Entonces es posible que curse con dolor, dificultad al tragar o al respirar, ronquera y cambios en la voz, así como bocio (aumento del tamaño de la tiroides). Cuando las células del nódulo producen hormonas tiroideas, pueden asociarse con síntomas de hipertiroidismo: cambios súbitos del estado de ánimo, nerviosismo, debilidad muscular, aumento del apetito, alteraciones del sueño y del ritmo de los latidos del corazón. En ocasiones, el nódulo se presenta en un paciente con enfermedad de Hashimoto. En esos casos pueden presentarse síntomas como sequedad de la piel, pérdida de cabello, inflamación del rostro, intolerancia al frío, fatiga y aumento involuntario de peso.
No obstante, dado que la mayor parte de los pacientes no experimentan síntomas, lo más normal es que el nódulo sea detectado por un médico durante un reconocimiento rutinario del cuello o al realizar pruebas de imagen. Cuando se ha detectado, hay diversos tipos de pruebas médicas que pueden realizarse: biopsia de aguja, escáner, ecografía de la tiroides y prueba de hormona estimuladora de la tiroides (TSH, por sus siglas en inglés).
Tratamiento
El tratamiento depende del tipo de nódulo. Así, cuando se ha descartado que sea un tumor canceroso y no hay síntomas, el único tratamiento recomendado es una serie de consultas para observar su evolución, con la realización de nuevas biopsias o ecografías. Esta estrategia se conoce como "watchful waiting".
En ocasiones se prescriben levotiroxina o tratamiento con yodo radiactivo para reducir el tamaño y la actividad del nódulo (si es hiperactivo). Otras opciones terapéuticas en esta situación son el tratamiento con medicamentos anti-tiroideos y la cirugía.
En caso de que el nódulo sea canceroso, o se sospecha que pudiera serlo, o bien cuando éste produce molestias al tragar o al respirar, se recomienda recurrir a la cirugía para extirparlo. Después de la operación, el paciente necesitará terapia de sustitución con levotiroxina de por vida.
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